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Angel Stanich en Montilla. «Habrá que andar muy finos»

24 de Abril 2015. El concierto de Angel Stanich y su banda en la Abuela Rock de Montilla era una parada obligada en el viaje que teníamos ya planificado hacía el sur de Andalucía. La perfecta excusa para visitar tierras cordobesas y tomar unas copitas de fino. Dicho, pensado… y hecho!

Después del multitudinario concierto en  la  Joy Eslava de Madrid y  el fascinante bolo en el Círculo del arte de Toledo, nos entregamos de lleno al largo viaje. Salimos de Madrid, cruzamos Despeñaperros y llegamos a la tierra del vino fino. Una visita a la muy recomendable taberna Bolero. Entramos por la puerta grande, deseando tomar unas cañitas y acabamos tomando una copita de fino. Unas tapas y otro fino, y es tiempo de lanzarnos al local de la Abuela Rock. Nos dicen que es muy fácil llegar, pero nos lo explican al detalle. Con el croquis en las manos, no tenemos problemas.  ¡Allí está! Por fuera parece una nave industrial y por dentro es un lugar íntimo, de carácter familiar. Al entrar en la sala, el rock se te pega en la piel como aquel olor a lomo de los bocatas que venden detrás de la barra. Es un lugar de ensueño para los amantes del rock ,sin lentejuelas, sin glamour. Somos de los primeros en llegar. Los «abuelos» nos atienden como merece todo aquel peregrino del rock que acaba de comerse unos 400 kilómetros de asfalto. Los organizadores son entrañables. Mención especial a Rafael que nos hizo sentir como en casa.

Nos damos unas vueltas por el local. Ahora está vacío, pero dentro de media hora  estará a tope de gente. Aquí el sonido no va a ser muy lúcido, pero seguro que te entra en los huesos y te acaba pellizcando el pellejo. Ni alfombra roja para los artistas, ni luces estrambóticas para el público. Lugar perfecto para degustar otra etapa musical del camino ácido de Ángel y su banda. Ya falta poco, el concierto está por comenzar…

Como es habitual, Ángel entra al escenario en solitario mostrando su delgado perfil acompañado de su rifle acustico. Emblemático. El viaje comienza con el  «Amanecer Canibal».   Subimos al tren donde la rítmica, en lento crescendo , nos induce a soñar con imágenes de lugares áridos. Esto emociona. Lentamente muevo las caderas e institivamente me entran ganas de seguir el tempo dando zapatazos como aquellos que se marca Ángel.  El sonido no es del todo perfecto y el rifle suena demasiado ácido. La guitarra acústica cruje, pero tranquilos… siempre hay tiempo para ajustar el tiro. El viajero que se sienta a mi lado se queda inmóvil, casi pasivo y se va despertando poco a poco al compás de la guitarra.  Las notas ácidas del amanecer acústico van subiendo de tonos. El convoy toma velocidad y  ahora entran en escena los golpes de bajo y batería y los arreglos de la guitarra eléctrica. El sonido no es limpio, pero es contundente. Todo suena espartano, pero tiene gracia y emociona. ¡Aquí es donde está la química de esta band!

Estamos en órbita,  hay que atarse los cinturones porque ha empezado el viaje. El tiempo de poner la marcha larga, y ya el viento musical se apea en la primera estación. Nos espera  «El menor». Finalmente puedo apreciar esta canción inédita y aún no publicada. Es una balada con tonos blues donde «yo soy el menor de una estirpe que ya murió…aunque fuera sobrevive!». Mola. Es algo que atrapa y te invita a dejarte caer… dejarte llevar hacía otro lugar. Señores, esto es Ángel Stanich. La guitarra marca el tiempo y la melancolía penetra en los rincones de la sala para luego desfilar entre la gente. A pesar de no descifrar muy bien todas las letras, esta dosis de humildad poética me emociona.

El viaje cruza caminos y de pronto todo cambia. Nos chocamos contra la llamada del blues del delta. El tren vuelve a rugir y corre rápido al ritmo de «Mojo» donde el blues frenético nos agita sin que nosotros podamos resistirnos. Si, quiero ser como tu… sea lo que sea, no podré evitarlo. Aquí se baila, pero hay tiempo para volver a la ternura. La magia nos sorprende en la segunda estación con la balada «Miss Trueno ’89»  que nos demuestra que es posible hablar de amor de forma no convencional : con un toque de José Cuervo.

Dime que subes a un tren y esta tarde nos vemos.
Dime que traes mi café para no quedarme muñeco.
Tengo un rifle en la guantera porque igual te secuestro.
Dime qué puedo hacer… creo que correr el riesgo.

El tren nos deja en la estación, camino de Méjico… donde es posible correr el riesgo: estamos en «El cruce» y no hay escapatoria. Aún seguimos en la nube, no podemos caer. Los músicos nos han emborrachado de sonidos e imagenes a las cuales es difícil resistirse. Es tiempo del «Camino Ácido» y subimos otra vez al carro para saltar de estación en estación y cantar el estribillo en coro… «porque si, porque la sabemos!». Mezclamos gin tónic con vino fino. Hemos entrado en un estado divino, aún seguimos soñando…

El tren sigue su camino, y se nos hace pequeño el esqueleto al oir las notas de «Bleedying Muddy Water». Fantastica interpretación para seguir soñando. Quizás este sea el momento mejor, con muchísima intensidad y un sonido que por fin mejora. Nos  bajamos todos a tomar un respiro en la estación y cantar  la «Noche del coyote». Una balada interpretada con gran intensidad y con explícita invitación a un viaje introspectivo. Sin duda otro momento cult del concierto. Algunos viajeros siguen distraídos  en la cafetería alejandose del momentazo. Que pena… ¡Que los bocatas de lomo y los cubatas les acompañen en el sentimiento!

El viaje se complica inesperadamente por culpa de problemas técnicos que dificultan,  y no poco, la ejecución del «Jesús Levitante». El jefe le echa carbón aguantando el tirón y evita, por momentos, que todo se vaya al traste. ¿Qué más decir? Un susto lo tiene cualquiera.. también la Virgen María!

Ha llegado el momento de que los  pasajeros puedan tener su minuto de exaltación y canten en coro las primeras estrofas de la bellísima canción «El outsider». Estremece a cualquiera, también a un gangster. El sonido ahora suena perfecto y la guitarra de @victorfisherman es un trueno de emociones. Enhorabuena a los chicos , porque no es fácil  domar el sonido en un espacio diáfano como este. Todo «Carbura» a la perfección y todo rueda con frescura y nueva energia. Nos preparamos para las últimas vueltas del camino. Ahora es tiempo para acelerar y viajar a la velocidad de «Mezcalito» donde hay algo que probar por el camino. Apoteosis musical y público que por fin se desata y baila a lo loco. La marcha de alegría se dispara en la siguiente estación donde nos vamos todos al río para rendir  homenaje al rock andaluz con un pequeño giro a lo Tríana que nos pareció espectacular. ¿Habrá quizás una versión de «En el lago» próximamente?. Todavía queda tiempo para subirse otra vez al tren y quemar los últimos kilómetros al ritmo de «Metralleta Joe» en un sinfín de exuberancia juvenil. Atmósfera goliarda y Ángel Stanich que baja del tren en camino y traza trayectorias inesperadas entre la gente. Euforía y un sinfín de choques.  El tren termina su camino y su jefe termina en el suelo rodeado de su músicos fieles. Otra gran actuación y otro viaje especial…

Idea y redacción inicial de @trequattordici y adaptación con mucho cariño de  @mfcantero

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