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Pancho Varona encontró en Ángel Stanich su amigo mar

EL VIEJO Y EL MAR es el nuevo proyecto de Pancho Varona que se desarrolla junto a otros artistas de nueva generación. Anoche Ángel Stanich interpretó el papel del mar, y junto con "el viejo" dieron vida a un recital intenso, salao, y lleno de emoción.

He de reconocer que, a pesar de la curiosidad, el evento no despertaba en mi gran interés. Quizás por miedo a lo desconocido y por la retórica de la propuesta. Como la reticencia y las ideas preconcebidas hacen que se «oiga sin escuchar», dejé de lado mis prejuicios y me subí al barco del viejo… consciente que allí encontraría al muchacho Stanich y al pescador Victor. Una vez subido al barco fue como montar en bicicleta… con la ilusión de toda la vida y aquí estoy para contarlo.

El señor Varona salió al escenario en solitario con el libro de Ernest Hemingway entre las manos, y, sentado en un taburete, contó su sueño: «siempre pensé que este sería un nombre maravilloso para un proyecto donde yo sería el viejo y tendría que juntarme con alguien que me haga de mar…». Entonces fue cuando presentó a su amigo el mar, enlazando de forma ingeniosa algunas de las letras del repertorio de Stanich. En este instante tuve la sensación que iba a ser un concierto especial. Y no me equivoqué…

Todo se desarrolló a través de un carrusel emocional en modo columpio generacional: del Camino Ácido se pasaba a Ganas de… , del magnetismo de Casa Dios a la cínica y descreída No me importa nada, …y así hasta el final, incluyendo el homenaje a Aute con Sin tu Latido, y la bonita versión del Se equivocaban contigo de Quique Gonzalez.

En la sala Galileo Galilei la atmósfera vintage desbordaba por todas partes: las mesas de cafetín, el tintinear de los gintonic y los tercios de birra, la cultura del club, y los enlaces peptídicos. A todos nos gustó entrar en un estado divino… ser ángel caído, y, con los brazos en cruz, tener ganas de… decirte que ..te quiero y que no quiero que venga el destino a vengarse de mí y que prefiero la guerra contigo al invierno sin ti.

No ha sido solo un juego de dos: entre guitarras acústicas destellaban los rayos y relámpagos eléctricos de Victor Pescador. Así es como cruzamos todas las puertas del ministerio del tiempo, y fue en ese va y viene de emociones que nos enamoramos del lado más íntimo de las canciones.

Pancho se ganó mi respeto por su cercanía, espontaneidad e ingenio. Se presentó en el escenario con su guitarra, un libro, y una botella de tequila reposado. Fue un placer enorme verle compartir escenario y canciones con Stanich. Más allá de su enorme calibre como compositor, me emocionó también con sus poemas, y me hizo sonreír con sus anécdotas y sus gags.

La velada nos ofreció también la versión más intima de Stanich, quizás la que mejor le sienta, y que le permite romper barreras. La versión de Hotel, dulce hotel, cantada a duo con Varona, es el ejemplo manifiesto de cómo el joven se lleva todo a su terreno.

El experimento funcionó: Pancho y Ángel nos han regalado una noche para no olvidar, en las que te llevas a casa historias para no dejar de aprender y para seguir soñando.

Querido Pancho, …has conseguido entrar en mis redes neuronales y despertar al «gusanillo» de la curiosidad. Hay muchos jóvenes por allí que necesitan navegar contigo y pescar el pez más grande.

Querido Ángel, anoche volví a ver en ti la esencia de tu magia. Estar alejado del limbo artistico y salir de la zona de confort te ha sentado bien. Haber hecho de mar traerá buenos consejos: señor Stanich… no eres ni Varona, ni Sabina, ni te voy a etiquetar como cantautor, pero tienes tablas para seguir escribiendo e interpretar las canciones que emocionan.

A brindar por otros encuentros…

«¡Chupito!»

Foto de @ruben_elRegreso

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